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En invierno también podemos comer helado.

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Cada vez hay más gente que se anima a consumir este fantástico dulce en cualquier época del año.

Llega el invierno y con él el frío que nos hace pensar solo en tomar cosas calientes que puedan ayudarnos a sobrellevarlo mejor y nos olvidamos un poco de los deliciosos helados… hasta que los vemos y no podemos resistirnos a comer uno. Cada vez hay más gente que se anima a consumir este fantástico dulce en cualquier época del año, y es que, al contrario de lo que pudiese parecer, comer helado en invierno tiene bastantes beneficios ¡y están buenísimos!

Uno de sus estos beneficios es que, al ser la leche o el yogur uno de sus principales ingredientes, contribuye a la ingesta recomendada de tres lácteos diarios. Un ejemplo de esto son nuestras tartas heladas, que puedes encontrar en diferentes sabores: de vainilla y caramelo, nata con chocolate, de limón, la clásica tarta whisky… ¡Hay tanto donde elegir que todo el mundo encontrará la suya!

No podemos olvidarnos tampoco del valor nutricional que tienen. Gracias a la diversidad de productos con los que se hacen, la diversidad de nutrientes aportados ayuda a nuestro organismo. Si nos tomamos un riquísimo sorbete de mandarina, o de limón si se prefiere algo un poco más ácido, estaremos ingiriendo un postre maravilloso que nos ayuda a encontrarnos bien.

 Estamos hablando de los beneficios para la salud que tienen los helados, y muchos pensarán que el gran problema es tomar algo frío en invierno, que eso no puede ser bueno. Nada más lejos de la verdad. Los helados son excelentes para cuando nos duele un poco la garganta o la tenemos un poco inflamada, ya que ayudará a bajar la inflamación. Una de las cosas que recomiendan los médicos cuando se tiene anginas son los helados, ya que bajará la inflamación.

Comer un helado no significa renunciar a los postres más clásicos del invierno, como una tarta de manzana con helado de vainilla, un brownie de chocolate con un helado de chocolate para los más golosos o de menta con chips para los que prefieren un sabor refrescante, un flan de huevo con helado de nata, para conseguir el sabor de siempre con un toque diferente o para los más arriesgaos, una macedonia con helado de chocolate, para tener el efecto de una fondue de chocolate. Ya sean postres fríos o calientes, acompañarlos con un helado hará que la experiencia sea mejor al potenciar sus sabores y texturas. O por qué no, un sorbete de cava a partir de un baso de mandarina también es perfecto para finalizar una comida o cena. 

Y lo más importante cuando nos tomamos un buen helado: nos hace relajarnos y ser más felices. No solo por la sensación de felicidad y relajación que nos produce, ya que activa nuestra producción de serotonina, si no porque los helados se comen con familiares y amigos, y esto nos hace ser más felices.

En definitiva, el helado es tan bueno para combatir el calor del verano como para disfrutar de él en el frío invierno. No os privéis de lo que os gusta cuando encima tiene tantos beneficios.

Imagen de Free-Photos de Pixabay